The sandman (parte I)
Como bien sabéis, por la noche, una gran familia de hombres y mujeres con sacos de arena se distribuyen por las casas para facilitar el sueño de la gente.
Estos seres, llevan una arena especial que, al arrojarla sobre nuestras cabezas, nos producen desde los sueños más felices hasta los más espantosos.
Érase una vez, hace muchos muchos años, o puede que no tantos, había una "chica del saco de arena" que se encargaba de otorgar sueños a los habitantes de Madrid. Esta chica se caracterizaba por su carácter alegre y bondadoso y todas las personas bajo su tutela tenían siempre unos sueños dóciles y apacibles.
Sin embargo, debéis saber, que estos seres no crecen ni decrecen. Siempre se mantienen en un mismo aspecto y su vida es tan larga que no mueren nunca.
Boira (así se llamaba la mujer del saco de arena de la que os hablo), con el paso del tiempo había ido perdiendo, poco a poco, su felicidad característica. Debido a que, aunque lo dudéis, es muy difícil otorgar felicidad a los demás cuando tu vida se basa única y exclusivamente en tu trabajo y además, nunca nadie te conocerá ni agradecerá tu trabajo, puesto que eres anónima.
Así como os cuento, su felicidad se apagaba con el paso de los años. Con su soledad nocturna y al observar con envidia, la tortuosa vida de las personas a las que cuidaba.
De esta manera, poco a poco cargaba su amargura con los demás y cada vez con más frecuencia la gente sufría pesadillas e insomnios injustificados.
5 comentarios
Darthz -
Un extraño halo de misterio y metáfora cubre al cuento, que me parece bonito y sencillo, seguiré leyéndote.
Una sonrisa.
Ave Fénix -
Ybris -
En realidad es casi imposible que alguien inspire paz mientra se va llenando de amargura.
Besos.
pseudo -
me gusta el cuento! me gusta!
ya quiero saber qué pasó después O_O
mmm... te estás convirtiendo en una magnífica Scheherazada :D
pal -